Catriela Soleri












Le conté a mi amigo el come galletas, que estaba borrando las cookies de la computadora; jamás me imaginé que haría esto.




Catriela Soleri


Wooow.
Catriela Soleri


No lo puedo creer...
Catriela Soleri


Este cilindro a veces ríe y goza, pero siempre hay residuos de la inmensa tristeza que un día depositaron en él.
Hay en las paredes, y hasta el fondo, capas irremovibles de angustia y desesperación.

En ocasiones, el cilindro se comporta por demás torpe, lo juzgan –y eso le hiere profundamente-.La gente no entiende que un contenedor de deshechos también sufre, y que veces con tan solo sentarse a su lado, para hacerle sentir que no apesta, podrían aliviar su dolor.



Meses después….


Ya no es posible almacenar tantos deshechos en un mismo lugar.¡Por favor! Que alguien mate a ese pobre cilindro.
Catriela Soleri


Te busco en mi cereal, entre cada hojuela, pero tu sabor no está. Busco tu mirada nadando entre las olas, pero creo que a la miel no le gusta mezclase con la virtuosidad de mi leche. Porque es pura, purísima como la virgen más inmaculada.

Quiero hablarte, pero busco otros caminos para decir lo mismo, sin separar la carne. Para que me veas, aun cuando me escondo.
Porque me gusta estar presente en ti. Me gusta resonar en cada recuerdo, aunque el día y la noche no tengan ya separación.

Me gusta pretender que encuentro todo en tu fotografía; pero cuando busco tu calor ahí, descubro que eres solo de papel. Porque aunque yo te quiera, el papel solo se humedece y arruga con las lágrimas que guardo entre las manos.

Seguiré buscando, entre las ramas que los árboles desprecian. Porque aun si muero, el reloj seguirá marcando el tiempo de… quien sabe quien.
Catriela Soleri
Pásenla chido con sus amorcitos. Y si no tienen amorcito, pss con sus cuates.
Catriela Soleri


Diez tazas de café, y nada.
Mis ojos siguen siendo los de aquel que no sale nunca del ensueño. Un ensueño en el que estás presente.
Siempre; regalándome el dulce ámbar de tus ojos, bebiendo de mis pensamientos, y tejiendo con nuestro cabello una bufanda que mitiga el aburrido frío de nuestros monótonos sentimientos.
Catriela Soleri