Catriela Soleri
Sus ojos apuntaban hacía aquella hoja que reposaba sobre la mesa.

Se le veía tranquila, pero sus pensamientos nacían uno tras otro

La noticia no fue agradable, fue un trago amargo que pasaba como lleno de espinas entre cada orificio de su ser.

La hoja gritaba y pedía compasión ante la desgarradora manera en que su dueña la manchaba de tinta, con anotaciones y rayones relajantes.
Intentaba distraerse, sin embargo no lo conseguía, ya estaba triste.

Su protectora se encontraba desconcertada, en esta ocasión no le pudo evitar el dolor.

Se murmuraron algunas palabras, y después escuché y sentí vibrar una promesa.