Cómo el fumador que a media noche se aferra a dar una calada más al último cigarrillo de la cajetilla, me aferro yo a la última noche que pasamos en un bar, entre amigos. Esa vez que intentaste convencerme más de una docena de veces, de ir a una fiesta contigo. Me aferro al momento en el que regresaste por mi y rechacé la invitación por tener que levantarme temprano a la mañana siguiente, para hacer el viaje que jamás sospeché, nos separaría por siempre.
No paro de preguntarme de que manera habrían cambiado nuestras vidas, e incluso nuestras muertes, si hubiese mandado todo al diablo para subirme a tu auto, y terminar la despedida en algún otro lugar y de alguna otra forma.
Casi tan borracha como aquella noche, no hago más que pensar en ti, y en volver al tabaco, aferrándome en todo lo posible al recuerdo de nuestros últimos instantes juntos.
Hoy sin tu presencia, y en mi soledad que parece no tener fin, estoy convencida de que no me importaría haber muerto contigo en medio de todo el misterio que envuelve tu partida.
Q.E.P.D. César.
No paro de preguntarme de que manera habrían cambiado nuestras vidas, e incluso nuestras muertes, si hubiese mandado todo al diablo para subirme a tu auto, y terminar la despedida en algún otro lugar y de alguna otra forma.
Casi tan borracha como aquella noche, no hago más que pensar en ti, y en volver al tabaco, aferrándome en todo lo posible al recuerdo de nuestros últimos instantes juntos.
Hoy sin tu presencia, y en mi soledad que parece no tener fin, estoy convencida de que no me importaría haber muerto contigo en medio de todo el misterio que envuelve tu partida.
Q.E.P.D. César.