Catriela Soleri

-My heart is blue-  fueron sus palabras, yo las engullía lentamente, la emoción me entumía las manos.

-¡¿Qué haces aquí?!- Gritó mi madre al encontrarme dormida en la sala. Todo había sido un sueño, y no me moví durante minutos,  aferrándome a el, y a él. Poco podía hacer ya. De cualquier manera permanecí ahí, escuchándola guardar y acomodar cosas.

Nunca he entendido porque la gente despierta a quienes no tienen nada que hacer. Puede que les parezca placentero ejercer poder sobre alguien en estado vulnerable. A mi me parece detestable; pero definitivamente, los demás no son yo, y yo espero nunca ser ellos.

Terminó de hacer “cosas” y se fue. A penas me estaba decidiendo a moverme para ir al baño y pasearme por la casa, cuando mi padre bajó, e hizo ruidos similares a lo que mi madre había hecho minutos antes. Me paralicé.

Extrañamente me sentía más cómoda en la sala que en mi propia habitación, ahí me molestaban menos, aunque al carecer de puertas, quedaba a la vista de quien entrara a la casa. Una cosa por otra.

Y como para mis padres es incomprensible que la gente pase tiempo leyendo a solas, o duerma siestas en tardes aburridas. Seguirán robándome sueños violentamente, hasta que algo nos desagarre los hábitos.