Su fantasma, no es cualquier fantasma.
Hace su mágica aparición, de noche. Siempre.
Compartimos el mismo espacio, aún estando en puntos distintos.
Él se sienta en la cama, y yo me levanto para caminar en círculos. Él enciende un cigarrillo, y yo se lo quito. Así vamos quemando el tiempo. Para no enloquecer. Más.
Sólo en las sombras le he visto, y a pesar de ello, no pierdo la fascinación.
Otros fantasmas van, y vienen. Encantándome, desencantándome. Pero el lugar de ese fantasma, nadie podrá ocupar.