Catriela Soleri
Sus ojos apuntaban hacía aquella hoja que reposaba sobre la mesa.

Se le veía tranquila, pero sus pensamientos nacían uno tras otro

La noticia no fue agradable, fue un trago amargo que pasaba como lleno de espinas entre cada orificio de su ser.

La hoja gritaba y pedía compasión ante la desgarradora manera en que su dueña la manchaba de tinta, con anotaciones y rayones relajantes.
Intentaba distraerse, sin embargo no lo conseguía, ya estaba triste.

Su protectora se encontraba desconcertada, en esta ocasión no le pudo evitar el dolor.

Se murmuraron algunas palabras, y después escuché y sentí vibrar una promesa.
Catriela Soleri
Yo no tengo talento, no se porque hago esto.

He notado que la vida se me escapa entre el papel y las sombras.

Quisiera desaparecer, dejar de soñar, y dormir eternamente.

Quisiera ser un ratón y pasar inadvertida, incomodando la vida de muchos y causando pánico, logrando sacar el lado valiente de aquellos que intenten matarme.

Mátame, pero no me desfigures.
Mátame, pero no dañes mi piel.
Mátame, pero no te arrepientas.
Mátame pero promete silbar después.

Caminando me voy hasta el cielo, en busca de unos ojos para mirar, para adentrarme en su interior cuando logre observar de cerca su brillantez y luminosidad.
Catriela Soleri
En el aire transparente parecía que la imaginación se llenara de vida, escapara de las riendas de la razón, y mirar era no poder dejar de verse cayendo al vacío, mientras el cielo y las montañas cambiaban de lugar en un girar lento, mientras el grito le salía a uno de la boca como un globo ocioso, mientras el pelo y las faldas flotaban al viento…



KING, Stephen.
El Resplandor, Vista panorámica del Overlook.
Catriela Soleri
NO ABRAS TUS OJOS, DUÉRMETE YA.
EN ESTE MUNDO DESPIERTA,
MUCHO DOLOR VERÁS,
Y EN EL DE LOS SUEÑOS
MUCHO MEJOR ESTARÁS.

AQUÍ HAY MÁS COLORES,
ME DIRÁS,
PERO TAMBIÉN NENA DEL DOLOR
SUS SABORES HALLARÁS.

NO TE QUIERO VER SUFRIR,
Y AUN MENOS UNA LÁGRIMA VER SALIR,
PUES TU MIRADA NO DA CABIDA AL DOLOR,
MEJOR DESCANSA MI DULCE AMOR.

DUÉRMETE PUES MAÑANA VERÁS,
QUE AL DESPERTAR
DORMIDA QUERRÁS ESTAR.
Catriela Soleri
Amo tu indiferencia y mi obsesión. Pues me hastía tu atención.
Me dejo poseer por ansias enfermizas de saber que te tengo lejos. La morbosidad de tenerte presente. Cercanía fantasiosa. Necesidad innecesaria. Conspiración de una obra improvisada: “El deseo de tenerte, y las ganas de perderte”.

Odio la sensación suave de tus palabras deslizándose sobre mi piel. Demasiada delicadeza para ser cierta.
Un poco más y mi cuerpo explota en esta lucha silenciosa.
Mares oscuros e infinitos se ciernen a mis pies. Lejanísimos son tus ojos. Y ya no espero nada. Nos vamos a odiar.

Es nuestra secreta/ no existente relación lo que terminará consumiéndonos en los propios deseos. Pues al verte solo quiero recorrerte y hacerte mío con ese traje prohibido.
Ese acento sensual que me imagino desprendería un aliento cálido en mi garganta, mientras me llenas de malos besos.
Odio tu atrayente mirada plagada de locas pero deliciosas intenciones, nos imagino practicando pasiones mal vistas.

Odio la falta de soberbia, sin tono de altanería, sereno cuando me hablas me reprimo. No contesto y te quedas en silencio, siento la impotencia apoderarse de mí.
Recuerdo que amo mi dolor, las ganas de sentirlo, lo afortunada que soy de tenerlo.
Tarde por la noche algo anda mal, terriblemente mal, sola estoy con mi dolor que llega al fondo… y a tu fotografía.
Una mueca, una sonrisa falsa, y estudio sus formas malhechas.
El horror a tu ausencia, un reclamo violento, y tu voz. Desesperación que se va de mí cuando grito tu nombre, que se no me pertenece.

Me arrincono y pienso en tus labios de cereza, en el aroma sin disfraz, en la satisfacción de poseerte en mis sueños, en la manera en que inspiras mis letras, en el enamoramiento recíproco cansado de nuestras dudas. Me inquietas, me excitas, pero al final no me llenas, necesito más, pero no de ti.

Amo tu dolor, pero odio verte lastimado. Poco a poco me acerco y te abrazo. Me prometo lavar tu tristeza con mis lágrimas, aunque eso me lastime más.
Es la intensidad de esta odiosa entrega que provoca el latente sentimiento de sacrificio, porque me sacrifico, tú renaces, y yo… caigo muerta.
Por Astrid y Mariana
Catriela Soleri

Imágen de Post Secret
Catriela Soleri
Imágen de Post Secret
Catriela Soleri
Catriela Soleri

Tus palabras se reflejaron en aquella lágrima que sentí caer por mi mejilla.
Fuiste algo importante, pero me heriste.
No pude predecirlo, no quise hacerlo, pues confiaba en ti.

Me has precipitado al abismo del que había logrado salir,
sin embargo, no te culpo solo a ti.
Ahora siento que se está mejor en la oscuridad.

Mi corazón cayó tan profundo que me es imposible alcanzarlo.
es difícil recuperarlo, teniendo como tiempo una sola vida,
no hay más, lo dejaré abandonado en el frío suelo,
esperando en la eternidad.

Estoy desesperada, no aguanto más.
Ven y abrázame, necesito un poco de amor,
ya no se como llamar tu atención.
Estoy triste, estoy sola.
Catriela Soleri

La vida está hecha de pequeñas cosas.
Y se disfruta hasta lo más simple.

Mar por ejemplo, disfruta del gusto y aroma del café.

Y para Ana no hay más gozo que el de escuchar las composiciones Bethovianas, y pausarlas en el momento cumbre, distraerse un momento, y después reanudarlas.

Lo hace con el fin de escuchar ese intenso momento como si fuese un inicio, pues siempre se ha preguntado ¿Por qué la música no es así? ¿Por qué no podemos disfrutar de lo máximo desde el comienzo? ¿Por qué no ir directo a lo emocionante?

Pero Mar, siempre con su aburrida sensatez le ha dicho que si lo emocionante llegara al principio y sin esfuerzo no sería apasionante, y por ende no se disfrutaría igual.

Y de nuevo Mar arruinó todo.
Ana odia que respondan antes que ella misma sus propias cavilaciones.
Catriela Soleri

Mientras me baño limpio mis pensamientos.

Siento como se van desvaneciendo de mi cuerpo y mente,

junto con la suciedad de mi alma.

Y hasta los veo desaparecer por la coladera.

Pero al cerrar el grifo,

al dejar atrás el sonido del agua,

vuelve su voz,

y vuelve todo aquello que tanto odio.

Catriela Soleri
Tu fotografía observo,
y la lleno de besos.
Disfruto de su aroma,
la abrazo,
y te recuerdo a mi lado.

La fotografía huele a ti,
y entonces me pregunto:
¿Quién fue el fotógrafo?
¿Quién compartió contigo tan íntimo momento?

Tal idea me abruma.
Despierto exaltada.
Solo para darme cuenta de que:


No existe tal fotografía.
No recuerdo tu aroma.
Nunca estuve contigo.
Solo fuiste un sueño.



Para Osman