Catriela Soleri
Caminé por entre las almohadas que deshice la noche anterior en mi furia desenfrenada, y levanté su fotografía, esa donde recargado en algo níveo se ríe, esa que yo misma le tomé en uno de nuestros viajes.
Inmediatamente recordé nuestros viajes, las plazas llenas de gente, los parques y sus bancas con gente leyendo, vagabundos durmiendo, y el teatro de cada ciudad que visitamos. Las personas que conocíamos, de las cuales todas creían ser intelectuales, y diferentes al mundo entero.
El se reía conmigo mientras veíamos el paisaje. Por eso atesoro su fotografía, porque al verla aun recuerdo como su risa me estremecía.
Creo que realmente nunca valoré su compañía como lo hago ahora. O al menos no pensaba en ello.
Entonces fui a su habitación y busqué el álbum de aquella sesión que nos hicimos, recuerdo lo suspicaz que se puso el fotógrafo cuando le hablamos del trabajo que queríamos que hiciera.
Dijimos que era arte, pero en el fondo los tres sabíamos que era solo un excéntrico capricho.
Y todo sucedió sobre esa manta roja, esa que compramos en un mercadito romano.

Nunca le gustaron mis estrellas, y poco tiempo lo oculto, ya que después sin recato me lo hizo saber.

Ahora veo dentro de mi, y aunque se que hay algo no se como expresarlo...

Saqué sus cartas, y cayó aquella sensual fotografía en la que con cara inocente observa algo que jamás le pregunté que era, también pienso enojada en quien capturó aquel momento. Tampoco eso se me había ocurrido preguntarlo, estoy muy molesta. En ese entonces el ya era mío, y ¡Vaya! me sorprendo a mi misma, no puedo creer lo que pienso, soy tan posesiva…

A nosotros nos gustaba escribirnos cartas, así las cosas eran más divertidas, y eso facilitaba nuestra comunicación. Pero no era una comunicación de cartas común, no. Nosotros hacíamos un divertido ejercicio, en el que poéticamente escribíamos nuestros anhelos, molestias, sueños, deseos. Y después se la leíamos al otro, así las cosas se decian frente a frente pero siendo menos bochornoso.

Y recordando todo esto fue como guardé las fotografías, y como si hubiese olvidado todo, limpié el lugar. Las plumas y la sangre derramada.
Apoyé el muñeco de trapo en la pared. Le hablé un poco, y le dije cuanto quería y sentía. Me vacié frente a el, y luego, para que no quedase testimonio de aquello, lo quemé.
Yo lo veía consumirse en mi patio, y lloré muy cerca de las llamas, lloré porque lo quise mucho, pero no podía dejarlo en paz, ya sabía todo de mí. De cualquier modo, hubiese muerto el pobre.

Tomé el auto, me dirigí a la ciudad, me detuve frente a la tienda de música y ahí encontré a esa mujer de nombre común y aborrecible, me abrazó y fuimos a tomar un café en cuanto terminé unas compras.
Como siempre habló mucho, sobre la vida y amores fallidos, estaba a punto de matarla cuando imaginé el alboroto que se armaría, y como ese día quería llegar temprano a casa, me levanté y le anuncié que me iba. Y dándome nuevamente el lujo de la hipocresía que pocos sabemos manejar correctamente, le dije he hice pensar que había sido todo un placer estar con ella,
Y es que así somos las mujeres con las congéneres. Podemos ser realmente agradables y perversas al mismo tiempo.

Sin percatarme del tiempo y las distancias ya estaba en casa de nuevo, escuchando a Tchaikovsky.
Afilé el cuchillo de vivisección, y no pude evitar recordar cuando el me preguntó -¿Por qué un cuchillo, y no un bisturí, o una sierra?- Y tuve que explicarle que era yo mejor en la cocina que en los laboratorios y quirófanos. Y acompañado de esa conversación recuerdo la excitante imagen que admire cuando el enterró el cuchillo entre las piernas de aquella presa, la manera en que su gemido nos alteró, y en medio de tanto, la maté con el hacha que la víctima anterior quiso utilizar para defenderse.
Guardé algunas partes en formol y la llevé con los demás restos.
El preparó palomitas de maíz y vimos “Blanca nieves y los siete enanos” en el proyector, la historia era cansada y después de un rato, decidimos que sería mejor reflejar aquellas imágenes sobre nosotros, sobre nuestros cuerpos desnudos. Me tomó de la mano, me acerco hacía el, y por primera vez nos besamos. Nos abrigamos y dormimos juntos en el sofá.
Al llegar la mañana salí a la ciudad, e inspirada en aquel beso y en la única parte de la película que me gusto, le conseguí un bello corazón.
Lo guardé en un hermoso frasco de cristal veneciano, y se lo regale en la cena. Dijo estar agradecido por el detalle más romántico que había recibido en su vida.

Y fueron muchísimos, ¿Cómo le llaman? … Crímenes, o algo así, los que cometí por amor a el.
Por eso es que ahora estoy detrás de estas rejas.

Me descubrieron esa noche en que lo maté y quemé su cadáver. Nadie entiende que el
ya no quería vivir.
Catriela Soleri
Cuando han tenido un malestar ¿no han contenido la respiración?
A mi me ha pasado miles de veces, que cuando algo me duele, me sorprende sobre manera, o me provoca una fuerte emoción, aguanto la respiración y lo siento menos.

Tal vez por eso haya tanta gente que con la esperanza de evadir algo, deja de respirar definitivamente por elección propia.
Catriela Soleri

Aunque no soy católica, como buena consumista que soy, les deseo una
FELIZ NAVIDAD!
Catriela Soleri

Un anhelo...

Si yo fuera una Deidad y tuviera en mis manos el poder de crear algo perfecto a mi gusto…

Una nueva raza del ser humano, sería una fusión entre el hombre y la mujer:

Conformada primordialmente por dos partes:

«El físico masculino
«La inteligencia femenina
Catriela Soleri

Los sombreros llegan hasta el cielo,
Igual que mis aullidos.
Mis suplicas son tan grandes,
Como su hipocresía.

Los rostros me miran severos,
Su piel transparente me permite ver,
Su negra alma,
Parecen querer matarme.

Mientras el cielo se torna rojo.
En un violento reclamo he dicho
-¡No he sido yo quien la ha matado!-.
Pero aparentan no escucharme.

Y entonces, lo admito en un suspiro,
Que se divide en dos momentos:
Si fui yo, quien le arrancó la vida,
Pero deben ser honestos,
Nadie la quería viva.

Sus miradas intimidan,
Hasta lo más profundo de mí ser.
Todos vienen a buscarme,
Mientras ruego a nuestro señor Jesucristo,
Que venga a salvarme de todos los males.

Siempre dejo que el me salve,
Para no ocuparme de mi misma.
Y siempre veo su espectro aparecer,
Cuando me llega a socorrer.

Creo que es un ingenuo,

Pues jamás creí en el.
Catriela Soleri
Todos queremos que la gente sea pacífica y considerada con nosotros,
pero...
realmente
__________________
¿Quién está dispuesto a respetar a los demás?
Es más estética la palabra "guerra" que la palabra "paz", guerra es más franca y sincera.
>>Y paz es el sonido de un golpe en las historietas<<
Catriela Soleri
Cuando conocí el museo del Prado me divertí mucho porque una compañera de viaje no quería visitar a las Meninas pues en un viaje anterior a Madrid ya las había conocido, así que en recuerdo a ella, deposito con mucho amor a las meninas.

Y paseando por las salas, me encontré al "Bufón con su perro". Es justo aclarar, que antes de verlo, yo no sabía de su inútil existencia, sin embargo, al verlo me sorprendí muchísimo, pues el bufón se parece mucho a "Margarito" un Sr. que participa en los programas de comedia del país.
He aquí la imagen, juzgue usted mismo.



Y por ultimo, Danae recibiendo la lluvia de Oro, realmente esta no recuerdo haberla visto antes de buscar algunas imágenes en Internet, pero ese mismo día de las Meninas y el Bufón, había en el museo del Prado una exposición de Tiziano. Por eso se las dejo aquí, bueno... también porque el título me apresó, porque, por lluvia dorada o de oro yo conozco otra cosa.



Catriela Soleri

El jardín de las delicias de "El Bosco" .

Tal vez aquí no se aprecie muy bien esta pintura, pero aun así la dejo aquí de recuerdo, porque realmente me impresiono la primera vez que la vi.

Gracias Astrid.

Catriela Soleri

El maestro Nietzsche plasmado por Munch.
Catriela Soleri

Lo que sientes por mí…
Es un misterio.
Lo que siento por ti…
Lo demuestro con esmero.

Mientras yo te espero,
En profundo desvelo,
Confieso el sentimiento…
Y te veo huyendo.

¿Huyes de mí?
O ¿De lo que podrías sentir?

Mi corazón has dejado,
Por aquella mirada bella,
Que ayer te dejo pasmado.

No te culpo amado,
Pues yo he dejado mi vida
Mientras he buscado,
Tu sonrisa tímida,
Que en esa imagen,
Se muestra vívida.

Entonces me despejo,
Aun estás a mi lado,
Y me doy cuenta de que,
Aun es tiempo de ocultar
Aquello que por tí he pasado.
Catriela Soleri


Ellos se
.com
prometieron....

Pero...
no
cumplie-ron.
Catriela Soleri

Tus cartas no he guardado, pues necesito tenerte presente.

Tus cartas se han manchado, porque he llorado sobre ellas.

Tus cartas no he quemado, pues la llama de amor se niega.

Tus cartas saben a madera, porque fuerte es tu señal.



Tus cartas no han llegado, porque aun no las has enviado.


Siempre he lamentado lo insensible que puedes ser.
Catriela Soleri

He perdido mi sombrero y el no quiere regresar.

Lo llevaba puesto, pues creí necesitarlo para salir esa mañana.

La comezón en la cabeza me inquietaba, y al sombrero también.

El sombrero se separó del cabello que debía proteger, y durante unos segundos sentí como volaba por encima de mí.

La cabeza se me enfrío, y deje de pensar algunas horas. Hasta que alguien me encontró tendida en la acera, me cubrió la cabeza y me llevó a un bar, para con un vodka poder reconfortarme.

Mi sombrero no regresa, y triste estoy sin él.
Catriela Soleri
¿Quién fue el desafortunado judío que se cruzo en su camino?
Catriela Soleri
Un día, Mar le preguntó a Ana el porque no quería acompañarla a “los antros de moda”, y Ana contestó:

- Porque a mi me gusta escuchar a las personas hablar, y siempre he pensado que en esos lugares a los que te gusta ir a bailar, el volumen de la música es tan alto para ahorrarse la pena de escuchar las miserias que tienen para decir las personas que se congregan ahí. -

Mar pasmada entre lo irrefutable y sensato de aquella respuesta, y lo ofensivo que le resultaba, en último intento de desafío logro hacer una pregunta más :

- Entonces ¿tú por qué has ido?-

Y Ana, serena pero enérgica como siempre, explicó:

- Por dos grandes razones: Porque tenía que estar segura de que no me iba a gustar, para poder afirmarlo. Pero sobre todo, para que pudieras decirles a tus amigas, que ya había ido a esos lugares, que pensaran que era una persona normal, y al fin terminara tu suplicio sobre la imagen que tiene tu sociedad sobre mí. -
Catriela Soleri

¿Por qué no alegrarnos
cuando muere alguien que ya
lo deseaba?
Catriela Soleri
Sus ojos apuntaban hacía aquella hoja que reposaba sobre la mesa.

Se le veía tranquila, pero sus pensamientos nacían uno tras otro

La noticia no fue agradable, fue un trago amargo que pasaba como lleno de espinas entre cada orificio de su ser.

La hoja gritaba y pedía compasión ante la desgarradora manera en que su dueña la manchaba de tinta, con anotaciones y rayones relajantes.
Intentaba distraerse, sin embargo no lo conseguía, ya estaba triste.

Su protectora se encontraba desconcertada, en esta ocasión no le pudo evitar el dolor.

Se murmuraron algunas palabras, y después escuché y sentí vibrar una promesa.
Catriela Soleri
Yo no tengo talento, no se porque hago esto.

He notado que la vida se me escapa entre el papel y las sombras.

Quisiera desaparecer, dejar de soñar, y dormir eternamente.

Quisiera ser un ratón y pasar inadvertida, incomodando la vida de muchos y causando pánico, logrando sacar el lado valiente de aquellos que intenten matarme.

Mátame, pero no me desfigures.
Mátame, pero no dañes mi piel.
Mátame, pero no te arrepientas.
Mátame pero promete silbar después.

Caminando me voy hasta el cielo, en busca de unos ojos para mirar, para adentrarme en su interior cuando logre observar de cerca su brillantez y luminosidad.
Catriela Soleri
En el aire transparente parecía que la imaginación se llenara de vida, escapara de las riendas de la razón, y mirar era no poder dejar de verse cayendo al vacío, mientras el cielo y las montañas cambiaban de lugar en un girar lento, mientras el grito le salía a uno de la boca como un globo ocioso, mientras el pelo y las faldas flotaban al viento…



KING, Stephen.
El Resplandor, Vista panorámica del Overlook.
Catriela Soleri
NO ABRAS TUS OJOS, DUÉRMETE YA.
EN ESTE MUNDO DESPIERTA,
MUCHO DOLOR VERÁS,
Y EN EL DE LOS SUEÑOS
MUCHO MEJOR ESTARÁS.

AQUÍ HAY MÁS COLORES,
ME DIRÁS,
PERO TAMBIÉN NENA DEL DOLOR
SUS SABORES HALLARÁS.

NO TE QUIERO VER SUFRIR,
Y AUN MENOS UNA LÁGRIMA VER SALIR,
PUES TU MIRADA NO DA CABIDA AL DOLOR,
MEJOR DESCANSA MI DULCE AMOR.

DUÉRMETE PUES MAÑANA VERÁS,
QUE AL DESPERTAR
DORMIDA QUERRÁS ESTAR.
Catriela Soleri
Amo tu indiferencia y mi obsesión. Pues me hastía tu atención.
Me dejo poseer por ansias enfermizas de saber que te tengo lejos. La morbosidad de tenerte presente. Cercanía fantasiosa. Necesidad innecesaria. Conspiración de una obra improvisada: “El deseo de tenerte, y las ganas de perderte”.

Odio la sensación suave de tus palabras deslizándose sobre mi piel. Demasiada delicadeza para ser cierta.
Un poco más y mi cuerpo explota en esta lucha silenciosa.
Mares oscuros e infinitos se ciernen a mis pies. Lejanísimos son tus ojos. Y ya no espero nada. Nos vamos a odiar.

Es nuestra secreta/ no existente relación lo que terminará consumiéndonos en los propios deseos. Pues al verte solo quiero recorrerte y hacerte mío con ese traje prohibido.
Ese acento sensual que me imagino desprendería un aliento cálido en mi garganta, mientras me llenas de malos besos.
Odio tu atrayente mirada plagada de locas pero deliciosas intenciones, nos imagino practicando pasiones mal vistas.

Odio la falta de soberbia, sin tono de altanería, sereno cuando me hablas me reprimo. No contesto y te quedas en silencio, siento la impotencia apoderarse de mí.
Recuerdo que amo mi dolor, las ganas de sentirlo, lo afortunada que soy de tenerlo.
Tarde por la noche algo anda mal, terriblemente mal, sola estoy con mi dolor que llega al fondo… y a tu fotografía.
Una mueca, una sonrisa falsa, y estudio sus formas malhechas.
El horror a tu ausencia, un reclamo violento, y tu voz. Desesperación que se va de mí cuando grito tu nombre, que se no me pertenece.

Me arrincono y pienso en tus labios de cereza, en el aroma sin disfraz, en la satisfacción de poseerte en mis sueños, en la manera en que inspiras mis letras, en el enamoramiento recíproco cansado de nuestras dudas. Me inquietas, me excitas, pero al final no me llenas, necesito más, pero no de ti.

Amo tu dolor, pero odio verte lastimado. Poco a poco me acerco y te abrazo. Me prometo lavar tu tristeza con mis lágrimas, aunque eso me lastime más.
Es la intensidad de esta odiosa entrega que provoca el latente sentimiento de sacrificio, porque me sacrifico, tú renaces, y yo… caigo muerta.
Por Astrid y Mariana
Catriela Soleri

Imágen de Post Secret
Catriela Soleri
Imágen de Post Secret
Catriela Soleri
Catriela Soleri

Tus palabras se reflejaron en aquella lágrima que sentí caer por mi mejilla.
Fuiste algo importante, pero me heriste.
No pude predecirlo, no quise hacerlo, pues confiaba en ti.

Me has precipitado al abismo del que había logrado salir,
sin embargo, no te culpo solo a ti.
Ahora siento que se está mejor en la oscuridad.

Mi corazón cayó tan profundo que me es imposible alcanzarlo.
es difícil recuperarlo, teniendo como tiempo una sola vida,
no hay más, lo dejaré abandonado en el frío suelo,
esperando en la eternidad.

Estoy desesperada, no aguanto más.
Ven y abrázame, necesito un poco de amor,
ya no se como llamar tu atención.
Estoy triste, estoy sola.
Catriela Soleri

La vida está hecha de pequeñas cosas.
Y se disfruta hasta lo más simple.

Mar por ejemplo, disfruta del gusto y aroma del café.

Y para Ana no hay más gozo que el de escuchar las composiciones Bethovianas, y pausarlas en el momento cumbre, distraerse un momento, y después reanudarlas.

Lo hace con el fin de escuchar ese intenso momento como si fuese un inicio, pues siempre se ha preguntado ¿Por qué la música no es así? ¿Por qué no podemos disfrutar de lo máximo desde el comienzo? ¿Por qué no ir directo a lo emocionante?

Pero Mar, siempre con su aburrida sensatez le ha dicho que si lo emocionante llegara al principio y sin esfuerzo no sería apasionante, y por ende no se disfrutaría igual.

Y de nuevo Mar arruinó todo.
Ana odia que respondan antes que ella misma sus propias cavilaciones.
Catriela Soleri

Mientras me baño limpio mis pensamientos.

Siento como se van desvaneciendo de mi cuerpo y mente,

junto con la suciedad de mi alma.

Y hasta los veo desaparecer por la coladera.

Pero al cerrar el grifo,

al dejar atrás el sonido del agua,

vuelve su voz,

y vuelve todo aquello que tanto odio.

Catriela Soleri
Tu fotografía observo,
y la lleno de besos.
Disfruto de su aroma,
la abrazo,
y te recuerdo a mi lado.

La fotografía huele a ti,
y entonces me pregunto:
¿Quién fue el fotógrafo?
¿Quién compartió contigo tan íntimo momento?

Tal idea me abruma.
Despierto exaltada.
Solo para darme cuenta de que:


No existe tal fotografía.
No recuerdo tu aroma.
Nunca estuve contigo.
Solo fuiste un sueño.



Para Osman
Catriela Soleri


Crecí creyendo en tu sincero amor.
Ahora con gran dolor escucho tus palabras
-eres una carga-
Y prometo entonces irme.
Te dejaré en paz.
Pero escucha bien, si me voy será para siempre.
Porque yo no perdono.
Porque yo no pedí vivir,
Porque yo no me propongo importunarte,
Porque ya me quiero ir.
Porque ya estoy cansada de caminar detrás de ti,
Porque te amo y quiero que seas feliz.
Pero recuerda como yo,
Esas palabras que no dejan de resonar en mi cabeza.
Recuérdalas porque son la causa de mi dolor.
Catriela Soleri

Siento como iluminas mi noche,
ese único pero intimo momento que puedo dedicarte.
Cada momento siento más profundamente,
como te adentras a lo más recóndito de mí ser.
Y es tu perversión la que me hace amarte,
engullirte lentamente, y saborearte a cada instante.
Catriela Soleri




Hoy dormir

para el hombre en porvenir,

es un lujo

que no se puede permitir.
Catriela Soleri

Amo a mi sombra y pienso
en mi propio
reflejo,
que observo con
desprecio
frente a cada espejo.
Catriela Soleri

Gramaticalmente entre lo pleno y lo plano, hay solo una ligera diferencia, pero en lo visual y lo dramático de la vida, hay una separación abismal llena de caminos rocosos y espinas letales. Que siendo yo de tierra llana se lo suficiente para reconocer la divergencia que les separa.
Catriela Soleri

10 de Mayo


Entonces suspiro y exclamo: “¡Si yo pudiera expresar lo que siento! ¡Si todo lo que dentro de mí se agita con tanto calor, con tanta plenitud, pudiera yo extenderlo sobre el papel, convirtiendo éste en espejo de mi alma, como mi alma es espejo de Dios infinito!” Amigo… pero me abisma y me anonada la sublimidad de tan magníficas imágenes.


Fragmento de “Werther”, Goethe.
Catriela Soleri

¿Qué más da si muero hoy, o dentro de 20 años?
Sería un suceso que la humanidad no notaría.
Si lo llegase a notar, quiero saberlo antes de morir.


Muchas veces, de lo que creemos poco es cierto...

Las puntas cansadas se han roto, y decidieron no seguir.
No escalaron más. El peso fue demasiado para sobrellevar.
Pero así terminará ella, después de los suplicios que le ha presagiado la gitana de piel dorada.

Primero un impacto, después un desgarre en el corazón, y la culminación: la espalda de todos frente a ella.

La Luna iluminará su cadáver hasta llegar el día. Ese cadáver que aun guarda algo de vida en sus ojos llenos de angustia.
Su infortunio se extenderá hasta que su cadáver verde y repulsivo haya sido visto por todos, no se consumirá del todo, pues no ha existido una criatura tan repugnante que pueda querer nutrirse con sus pastosos encantos.

Y el mundo se sorprenderá cuando en su afán por descubrir que había dentro de ella descubran que guardaba nada.

…Cuando eso al fin sucedió, fue recordada como lo más vacío que conoció la vida, y su mayor enemigo se regodeo de demostrar al mundo que vil e inútil fue su existencia…
Catriela Soleri

Con dolor acepte tu dolor, y me convenció. De que la vida no es más que una prolongación de dolor.

Ahora tu intentas convencerme de que la vida puede ser bella, de que yo soy tu razón de vivir y ser feliz. Pero yo soy muy infeliz por tu culpa.

Un tiempo yo tuve la esperanza de vivir, pensaba que todo era bello y había mucha felicidad por descubrir, pero con el tiempo tú te encargaste de mostrarme, de mostrarte a cada parte de ti misma de que no era verdad, que de nada valía vivir.

Tanto fue tu empeño por hacerlo saber, que ese dolor penetro a cada célula tuya, y penetró en mi mismo.

Nunca he estado vivo, pero siempre viví inerte dentro de ti.

Ya se que quieres que esté a tu lado, pero a mi nadie me pregunto si yo quería vivir.
Y sin pensar un momento en mi felicidad decidiste hacerme un ser animado, darme vida, esa vida que no necesito.

Lo admito, odio la vida, me repugna tanto como tú misma me repugnas cuando con tono dulce y suave me hablas de la vida. Esa dulce voz que no va de acuerdo a todo aquello que sentiste alguna vez. No va de acuerdo a lo que me has hecho sentir antes de la conciencia, y con lo que ahora pretendes.

No me culpes. No me quieras poner de razón para cegarte a lo que ya sabes y conoces.
¿Por qué sabiendo que tan asqueroso es el mundo me haces salir a él por mi propia cuenta?
¿Por qué quieres que sufra lo mismo que tú ya has sufrido?
¿Acaso se trata de una venganza?
¿Es esa la razón de dar vida a más personas?
¿Se trata de hacer ver a otros lo difícil que es de sobrellevar esta vida en este mundo?

Antes de morir respóndeme. De eso se trata.
Catriela Soleri

Dios, Dios...
felicidad, represión, imposición.

Dios, Dios...
Una impresión distinta tiene cada garzón.
Catriela Soleri

Mi despertar...
El ruido sordo de la lluvia al caer provocó que mis pensamientos se fijaran en la existencia de lo que conozco.
En lo profundo del cielo, y las nubes vaciándome.
En el camino sin retorno recorrido hasta ahora.
En todo lo que queda detrás de mi, y lo que esta por delante.
Ya nada será igual.