Catriela Soleri

He perdido mi sombrero y el no quiere regresar.

Lo llevaba puesto, pues creí necesitarlo para salir esa mañana.

La comezón en la cabeza me inquietaba, y al sombrero también.

El sombrero se separó del cabello que debía proteger, y durante unos segundos sentí como volaba por encima de mí.

La cabeza se me enfrío, y deje de pensar algunas horas. Hasta que alguien me encontró tendida en la acera, me cubrió la cabeza y me llevó a un bar, para con un vodka poder reconfortarme.

Mi sombrero no regresa, y triste estoy sin él.