Catriela Soleri


Después de casi diez horas continuas de “The piper at the gates of down” no hay en mi cabeza otra cosa que no sea música. Y "Across the universe" parece ahora "Across the Catriela".

Un libro de bioantropología me atormenta, reclama ser leído, y no me dará más de seis horas para haberle conocido cada detalle. ¿Pero cómo emprender tal empresa cuando Mr. Kite presenta el show, tú eres yo, y la felicidad es algo cálido?

Quizás la música no explique mejor que el pensamiento complejo, el laberinto de la existencia humana; pero te lleva por senderos, donde la degeneración de máquinas no es más importante que la del espíritu.


Catriela no nació para ocuparse de la ciencia. Lo juro.
Catriela Soleri

¿Cómo es que pretendo expresar el dolor que enciende a mi corazón?
No se si esta agitación fue fecundada dentro de mi taza de café, o en las letras de un hombre nuevo en mí.

Sus palabras se cuelan dentro de mí. Y yo le siento dentro, como el amor olvidado en aquella copa que a otro le permití derramar sin recato cuando se fue de mi lado.

Fantaseo con algo que no existió, y cuando me concientizo sobre ello me ahogo en la música, me estremezco e intento no pensar en que no se abandona, a quien jamás se le ha acompañado.
Catriela Soleri
La cámara, cajas de pastillas, pintura, salsa, marca textos, y nuestra foto. Mi escritorio es el peor lugar para trabajar, no me concentro cuando debo; de pronto apareces, y no eres a quien debería extrañar.

De todo pasa, para que la distancia se interponga entre tú y yo, en nuestro próximo encuentro; del cual, quisiera poder decir “solo Dios sabe lo que pasará”. Pero tanto él, como yo, sabemos que fingiremos, y bailaremos entre otros cientos.