Esta mujer que soy yo ha estado arrastrándose a través de caminos de incertidumbre y dolor. He de confesar que he permitido que los malestares se asienten en mi cabeza, dando como resultado un gran comprimido que además de doblarme me impidió respirar.
No sabía a donde llegaría con todo esto, – y sigo sin saberlo- estaba al borde, sin saber de que asirme. Y justo esta noche, una amiga me permitió ver en ella, a través de sus letras, el reflejo de la mujer sensible que yo misma soy. Me ayudo a descubrir más que razones, esa otredad de la que estaba haciendo consciencia en este camino que ahora recorro -después de esa conversación definitiva- de pie.
Puede que desconozca el nombre del lugar al que quiero llegar, pero al menos ahora he recuperado mi vehículo. No volveré a desconfiar de el, que es quien me ayudará infalible a moverme.
Gracias Julia.