Catriela Soleri
Señora, la veo sentir Celaya, tan suya como mía es. Con todo y las nuevas construcciones que fingen desconocerme.
Nos aferramos a verle cada cuadra antes de finalmente partir.

Observo de vez en cuando, y fugazmente, mi reflejo; me desconozco yo también, ¿Será qué usted se manifiesta en mí por algo más que la devoción a una ciudad?
Usted no me sonríe, y no la culpo; seguramente, llevará la cabeza tan llena de pensamientos, y el corazón de sentimientos, como yo.


Pretendamos pues, atender la pantalla que tenemos frente a nosotras.