Catriela Soleri
Nos amaneció en la misma cama, y la luz del sol, que ya se asomaba por la puerta abierta, me despertó a mi primero. Me levanté al baño, me lavé la boca y, para despabilarme, me mojé la cara.

Caminé a la cocina para preparar dos cafés negros que luego llevé a la habitación. El aroma pareció despertarte, porque moviste una pierna y hundiste el rostro en la almohada, haciendo un ruidito similar al de un minino consentido.

Me acosté a tu lado y me abrazaste por la cintura. Tomé tu mano derecha y la puse en mi pecho, justo encima de mi corazón. Me acariciaste desde el cuello hasta el sexo, tan tierna y delicadamente que pensé en que, si legalmente fuera posible, te haría copropietario de todo mi cuerpo.
Me susurraste adormilado cosas que no entendí, giré mi cuerpo hacia ti, besé tu cuello y acariciando tu pene, te dije al oído: -¿Quieres dormir un poco más, o beber tu café y aprovechar este regalo matutino?-

Abriste tus enormes y negros ojos, y, como ignorando al sueño, miraste fijamente a los míos, te sentaste, bebiste un sorbo de tu café, y me besaste mientras atraías mis caderas hacia ti. Te abracé por el cuello mientras reencontramos nuestros cuerpos, y en el silencio de la mañana que sólo adornan los pajaritos trinando, desayunamos un poco el uno del otro. Suave, muy suavemente, nos ahogamos en el placer del amor antes de bañarnos para ir a la oficina con una gran sonrisa.
4 Responses
  1. Shadowway Says:

    Si! bueno!! Queremos más!! :)


  2. Anónimo Says:

    quéeeeeeee barbaridáaaaaaaa!!!! hijaaaa!!! ya te destapastes!!


  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

  4. Excelente !!


    Catriela.



    Mis saludos.



    Atte


    Pablo Terrible