Catriela Soleri
Cómo el fumador que a media noche se aferra a dar una calada más al último cigarrillo de la cajetilla, me aferro yo a la última noche que pasamos en un bar, entre amigos. Esa vez que intentaste convencerme más de una docena de veces, de ir a una fiesta contigo. Me aferro al momento en el que regresaste por mi y rechacé la invitación por tener que levantarme temprano a la mañana siguiente, para hacer el viaje que jamás sospeché, nos separaría por siempre.

No paro de preguntarme de que manera habrían cambiado nuestras vidas, e incluso nuestras muertes, si hubiese mandado todo al diablo para subirme a tu auto, y terminar la despedida en algún otro lugar y de alguna otra forma.

Casi tan borracha como aquella noche, no hago más que pensar en ti, y en volver al tabaco, aferrándome en todo lo posible al recuerdo de nuestros últimos instantes juntos.

Hoy sin tu presencia, y en mi soledad que parece no tener fin, estoy convencida de que no me importaría haber muerto contigo en medio de todo el misterio que envuelve tu partida.


Q.E.P.D. César.