Catriela Soleri
Mi ahora:
Dejar dentro del armario los libros, la ropa y los recuerdos de los meses anteriores, pretender que se empieza de nuevo, y soportar a la mosca que se coló en mi habitación, que no se me acerca, pero tampoco se va.

Mi siempre:
Vencer temores, afrontar la nostalgia de crecer, los nervios de la noche antes de regresar a clases (sin importar cuantos años se hayan cursado antes) Pretextos para nunca dormir, para resistirme al placer, y en cambio arrebatarme posibilidades, con la promesa de siniestros sueños que se perpetuán en el descanso obligado del cansancio mortal.



Me someto a mí misma a la decadencia de la que huyo con ímpetu, me comprometo, me aterro, me prometo, me desentiendo, me envuelvo, me despojo, me arrincono.

-No soy quien era- me digo.
-Lo soy, y siempre lo seré- pienso.


Medio canto, medio como, medio rio, medio duermo, medio recuerdo.
Extraño, sufro, añoro, deseo y me niego. No importa cuanto aroma a vejez dance a mi lado, soy demasiado joven para contemplar, alguien ciérreme los ojos, o las ilusiones se me escaparán.