Catriela Soleri















Esa mujercita creció con aparente corazón inquebrantable.
Pero llego a una edad en que tristemente entendió que en un error estaba.
Que su corazón se rompería con la facilidad que se despojan las hojas de los árboles en el otoño.

Incontrolablemente sus ojos liberaron una lluvia de dolor y desesperación.
La angustia corría de lado a lado en todo su ser.
No sabía lo que quería, no sabía lo que le esperaba.
Su garganta se cerró y emitió una última nota de exasperación.

El sufrimiento a penas comenzaba, cuando ella pensaba, “la adolescencia es prueba superada”.